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Modificar la dieta: Consiste en cambiar hábitos alimenticios para mejorar la salud y prevenir enfermedades. Esto puede implicar reducir el consumo de grasas saturadas, azúcares y sodio, e incrementar la ingesta de frutas, verduras y fibra.
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Comenzar a hacer ejercicio: La actividad física regular ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y obesidad, además de mejorar la salud mental y fortalecer el sistema inmunológico.
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Dejar de fumar: Abandonar el tabaco reduce el riesgo de cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares y respiratorias, y mejora la calidad de vida al disminuir la inflamación y mejorar la función pulmonar.
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Reducir el consumo de alcohol: Disminuir la ingesta de alcohol previene enfermedades hepáticas, trastornos cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, además de reducir el riesgo de adicción y problemas psicológicos.
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Usar mascarillas para prevenir infecciones: Es una medida efectiva para reducir la transmisión de enfermedades respiratorias como la gripe y la COVID-19, especialmente en espacios cerrados o con alta circulación de personas.
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Seguir regímenes complejos de medicación: La adherencia al tratamiento médico es crucial para el control de enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes. Requiere disciplina y educación para evitar complicaciones y mejorar la efectividad del tratamiento.
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